No es como en las películas
Luego de muchos años de un aparente feliz matrimonio, su esposa le confiesa que ha tenido fantasías sexuales con otro hombre. Así comienza el dilema del Doctor Bill Harford, interpretado por Tom Cruise en la película Ojos bien cerrados, quien en venganza por la revelación de su mujer, terminará adentrándose en una odisea nocturna que lo llevará a relacionarse con una misteriosa secta sexual de altas jerarquías.
El intento de Harford y su mujer por satisfacer sus más oscuras fantasías fuera del matrimonio, termina siendo un fracaso.“Su problema debió terminar en el momento mismo en que ambos se plantearon: ahora que ya sabemos que se nos puede antojar otra persona, ¿qué vamos a hacer? Porque todos los seres humanos, en algún momento de la vida, sentiremos atracción por otra persona. Biológicamente somos bisexuales y polígamos”, asegura la experta. A su consultorio han llegado decenas de personas confesando sentir “debilidad” por alguien diferente a su pareja. Tal como lo vimos en el último largometraje de Stanley Kubrick.
El jueves no vale
En Nueva York, muchas parejas gais siguen la regla de que “el jueves no vale”, para permitirse acostarse con otras personas, mientras que en algunas comunidades de España, hay quienes promovieron la tendencia de que una infidelidad a más de 50 kilómetros de donde se encuentre la pareja “de base”, no es infidelidad.
El verdadero problema, explica la sexologa Chiaraviglio, radica en involucrar sentimientos cuando se tiene una relación abierta.
Perder el control sobre una persona de la que nos sentimos dueños, es una idea a la que no es sencillo enfrentarse. Sobre todo si nuestras relaciones siempre se han basado en la exclusividad sexual. Pero, subraya la experta, todo se puede arreglar con una buena comunicación. Si desde que se toma la decisión de abrir una relación existen acuerdos entre las partes y se respetan, no tendría por qué haber un mal final.
El amor romántico, el que solemos ver en las películas, es claramente monógamo y se basa en la etapa del enamoramiento. Un momento breve condenado a terminar, pues en el fondo no representa más que un proceso neurológico. De acuerdo con un estudio dirigido por Cindy Hazan, de la Universidad de Cornell en Nueva York, luego de medir las reacciones químicas de 5,000 personas de 37 culturas diferentes, concluyó que la pasión entre dos personas tiene un máximo de vida de 30 meses. Después, comienza a desaparecer. El amor eterno no es más que una canción de Juan Gabriel.
Otro problema viene cuando se confunde el enamoramiento con el amor: “las personas suelen tomar decisiones importantes durante el enamoramiento, casándose o viviendo juntos. Compromiso que tarde o temprano se rompe, pues no es una decisión consciente, sino que es culpa de su química”.
En conclusión, para que exista una relación abierta, antes tiene que haber un cambio de mentalidad, de lo contrario, sólo se fomentarán relaciones monógamas simultáneas. Lo aconsejable es buscar a una persona dispuesta a alimentar una forma de amor libre mediada por el respeto de los acuerdos, priorizando siempre lo que cada una de las partes necesita.